A fines de la Edad Moderna, la fiebre amarilla se extendió, a través de diversas oleadas por Andalucía y el Levante, teniendo como origen el tráfico naval con el Carible. En Cádiz y Sevilla la fiebre amarilla apareció en el verano de 1800.
Juan Manuel de Arejula y Pruzet (1755-1830) era cirujano y químico. Recorrió parte de Andalucía (Cádiz, Medina Sidonia, Málaga, Antequera, etc) recogiendo en sus escritos los graves problemas a los que se enfrentaban como consecuencia de la epidemia. Se convirtió en uno de los médicos europeos con mayor experiencia en esta terrible enfermedad, reflejándolo en diferentes libros.